viernes, 12 de agosto de 2016

La República, apuesta de futuro

Desde el poder político establecido, los defensores de la monarquía parlamentaria, con indudable éxito, han construido un mensaje tendente a considerar a los republicanos, independientemente de su consideración ideológica, como una especie de nostálgicos del régimen del 14 de abril, aspirantes a colocar una tercera franja en la bandera de España como máximo objetivo político. Error. Los republicanos no somos eso, los colores son, a mi juicio, un elemento secundario y de hecho, dato que algunos desconocen, la Primera República no modificó los colores de la bandera, aunque sí el escudo.
Si los republicanos de hoy ponemos una, a veces, exagerada vehemencia a la hora de reivindicar la bandera tricolor,
fundamentalmente se debe a que los militares facciosos que provocaron un golpe de estado, convertido en guerra por la resistencia popular, que desenvocó en la llegada al poder de la mayor organización terrorista de la Historia de España, y puede que del Mundo, el Movimiento Nacional, tomaron como colores los rojigualdos como propios con el águila de San Juan, que ya figuraba en el escudo de Isabel La Católica, si bien cayó en desuso en 1580, como insignia desde 1938.

Con la muerte de Franco, su régimen, que no podía, por su carácter unipersonal, sobrevivir sin él, sin abordar, al menos, cambios formales, evoluciona, a través de un proceso que conocemos como La Transición, y cuyo análisis no vamos a hacer aquí y ahora, hasta la monarquía parlamentaria cuyo texto básico es la Constitución de 1978. Constitución, por cierto, que fue aprobada con el águila de San Juan como escudo oficial del estado.
La actual bandera oficial del Estado, con el nuevo escudo,

ni siquiera aparece, como tal, descrita en la vigente Constitución, que se limita en el artículo 4.1 a señalar que:
La bandera de España está formada por tres franjas horizontales, roja, amarilla y roja, siendo la amarilla de doble anchura que cada una de las rojas.
Sin referencia alguna al escudo, que sólo se va a adoptar como oficial, muy posteriormente, en octubre de 1981.
En definitiva, la actual bandera, es un vano intento de conseguir legitimar los colores rojigualdos, que perdieron la legitimidad, que históricamente pudieron tener, al ser adoptados por los aliados del nazismo y el fascismo



De este recuerdo, que muchos nos negamos a borrar, procede la aversión que tenemos por esos colores, y no de nostalgia por ninguna franja, conscientes como somos que amparados en los colores republicanos se cometieron, por ejemplo, la masacre de Casas Viejas, entre el 10 y el 12 de enero de 1933, y la salvaje represión posterior al Huelga de 1934.
La República es una apuesta de futuro. La única que puede sacarnos de la crisis en la que estamos sumidos, tanto desde el punto de vista institucional, con un nuevo escenario parlamentario, que no parece eventual, que impide gobiernos estables, como territorial, ya que la chapuza para salir del paso que fue el Estado de las Autonomías, hoy ya no sirve.
Solo la República Federal ( a mi me encantaría la República Federal Ibérica con capital en Lisboa) podría, si no es demasiado tarde, reconducir la estructura del Estado hacia una fórmula en la que todos nos sintieramos razonablemente cómodos.
Los símbolos mismos del Estado estarían por definir

Alguna sugerencia:

 Aunque a mí la única que realmente me emociona es esta:




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