jueves, 2 de julio de 2015

A vueltas con lo mismo

No quiero parecer un pesado, pero no soy el único en señalar el grave, y no quiero calificar de intencionado, error que comete al rechazarse de plano cualquier intento de conformar Unidad Popular (más allá de la simplemente electoral) y elegir  un método de selección de candidatos de más que dudosa calidad democrática.
Señala, a mi juicio muy acertadamente, el artículo que enlazo de El Diario que hay quien no puede, o trístemente no quiere, valorar todo lo ocurrido desde la irrupción electoral de PODEMOS, en las elecciones europeas de mayo de 2014, al día de hoy. Y no solo lo que ha ocurrido en Izquierda Unida, que es importante, sino en el conjunto de la sociedad.
Un militante de izquierda, y yo creo, y quiero, serlo, no debe tener reparo en ser crítico, sin la necesidad de la autoflagelación, con decisiones y estrategias adoptadas. Yo mismo, sin que ello me convierta en ejemplo de nada ni de nadie, he señalado los errores cometidos en mi pueblo, Alpedrete, que nos han conducido a quedar fuera del Ayuntamiento, por primera vez desde que los alcaldes no son Jefes Locales del Movimiento, y si bien hemos cometido errores en la campaña propiamente dicha, también podemos haberlos cometido antes, y muy señaladamente el que esto escribe, al haber minusvalorado el fenómeno político surgido al calor del 15M, más allá de la valoración que hagamos, tanto de él como de sus dirigentes. El resultado de las Elecciones Europeas, en Alpedrete, fue un serio aviso que no supimos, que no supe, valorar correctamente. Creemos haber aprendido.
La gran mayoría de Izquierda Unida hemos apostado por un importante cambio de rumbo al apostar por la Unidad Popular y si en Madrid el proceso está siendo complejo por la resistencia de la Vieja Guardia se debe, en gran medida, a la mala dinámica interna que arrastramos desde hace años y que ha llevado a la dirección federal a tomar drásticas decisiones más que al cuestionamiento general de la Unidad Popular (otra cosa es el como y el con quien)
Quienes siguen manteniendo, y repitiendo como un mantra, el discurso, que tan buen resultado les dió, de No queremos una sopa de siglas son los que parecen estar equivocándose ahora, y sigo hablando de error o equivocación porque no tengo pruebas de otra cosa, aunque indicios pueden no faltarme. Somos nosotros, y no solamente Izquierda Unida, los primeros en señalar que las viejas maneras a la hora de articular espacios de unidad, fundamentalmente electorales pero con vocación de desbordar ese ámbito, han muerto. Los acuerdos entre cúpulas parecen haber pasado, afortunadamente, a mejor vida. La acumulación de siglas en una papeleta no la quiere nadie. Apostamos, yo desde luego, decididamente por la construcción de espacios unitarios desde la misma base en que se produce, de facto, la unidad real generada en torno al conflicto social: en los pueblos y en los barrios, parando deshaucios, en las asociaciones de vecinos o en los mareas en defensa de lo público y por supuesto, porque la clase obrera, como tal, ha de ser el componente fundamental de todo lo que se construya, en las fábricas, los tajos, los centros de trabajo.Y desde ahí, desde la Unidad Popular construida en torno a la lucha, habrán de ver la luz las listas con los componentes de los que, en nuestro nombre, vayan a las instituciones.
No me resisto, por su claridad, a reproducir, la propuesta, en torno a la Unidad Popular, de la dirección federal de IU:

El llamamiento a la Unidad Popular 

Hemos visto que el momento del país es de emergencia social; que la crisis de la política ha abierto una sima entre representantes y representados y que hay que cerrarla si no queremos poner en crisis la democracia misma o cuanto menos, como sucede en Europa, que fuerzas reaccionarias, fascistas, xenófobas, nacionalistas, etc. sean las receptoras democráticas del descontento social creado por una política que sólo sirve a los intereses de los poderosos; que el espacio político para la ruptura democrática existe y es sólido en el tiempo; que necesitamos que las nuevas formas de hacer política regeneren todo el ciclo electoral y se asiente finalmente en una concepción democrática profunda sobre la que asentar la vida política en un nuevo país. Hemos visto, de otra parte, que hay energías sociales suficientes como para levantar la alternativa y que es un momento histórico decisivo para lograrlo. 

Es por todo ello que Izquierda Unida hace un llamamiento a las fuerzas políticas que están por la transformación social sin distinción alguna, a las sociales que están en la lucha cotidiana y en la alternativa, a sindicatos, colectivos, plataformas que han impulsado las CUP en municipios y comarcas, a las fuerzas de la cultura, etc. a explorar las bases de acuerdos de mínimos que permitan concretar esa convergencia social y política y que, en lo electoral, culmine con la conformación de plataforma electorales comunes para las próximas elecciones generales con el fin de desalojar a la derecha y a las políticas de derecha de las instituciones. 

Izquierda Unida ve esta cuestión como una tarea urgente en la que va a volcar todo su activo y toda su cultura unitaria, consciente de la complejidad del proceso y de sus dificultades pero convencida de que es el único camino posible y el que, en todo caso, ansían los ciudadanos. 

Izquierda Unida considera que los parámetros en los que debemos articular ese complejo proceso son : 

      1 .Es necesario conformarlo desde abajo, con pleno protagonismo ciudadano y con total horizontalidad. 

      2. Desde el reconocimiento a la diversidad del Estado y la diversidad de procesos en nacionalidades y regiones. Y valorar esta cuestión, no como un hándicap, sino como una enorme potencialidad de enraizamiento en el territorio y de perspectiva electoral misma.

      3. Desde la constatación de la urgencia y necesidad de rapidez del proceso dado el calendario electoral. 
     4. Igualmente poner en valor, las iniciativas desde abajo y la heterogeneidad de sujetos activos en el proceso de conformar la Unidad Popular. Así pues, que nadie deje sólo en manos de las formaciones políticas la tarea. Que nadie espere. Que todo el mundo se ponga en marcha desde ya. 

    5. Izquierda Unida ve este proceso de Unidad Popular como una tarea cooperativa, no uniformizadora y desde el reconocimiento evidente del protagonismo que la realidad da a cada partido y colectivo.

   6. IU quiere compartir esta tarea en pie de igualdad con partidos, colectivos, plataformas, y así lo entiende y encarga a Alberto Garzón como candidato a la Presidencia del Gobierno.

Frente a esta propuesta que no es generosa sino ambiciosa y ademas realista hay quien contrapone un método que, en el fondo, y casi hasta en la forma, busca lo mismo que perseguía nuestra vieja metodología de avales y familias, conseguir que sean los "padres fundadores" del instrumento los que velen porque el instrumento por ellos creado y  funcione como ellos creen conveniente. Para los que, poco a poco, pero con firmeza y determinación, estamos consiguiendo salir de llamamientos a la fidelidad a las siglas y al proyecto, que en el fondo, al menos en muchos casos, no era más que el intento de seguir sucediéndose a si mismos, esto nos suena excesivamente familiar y nos huele a casta y a caspa. Y todo ello, sin poner en valor, las coincidencias, para mí nada casuales, entre los que ayer, en el Club Siglo XXI, ensalzaban el papel de los mercados y los que hoy pretenden restarle protagonismo a la inevitable lucha de clases, para dárselo a un indefinido "tendremos hablar con los empresarios y los bancos".
Gran responsabilidad tienen aquellos que, desde muchos lugares políticos, están poniendo palos en las ruedas para que no se haga efectivo el fin del bipartidismo.  Puede que estemos ante una oportunidad histórica que tarde mucho en repetirse sino no somos capaces de aprovecharla. Si el PSOE de Pedro Sánchez se configura, por mor de la aritmética electoral, como la alternativa a la derecha, el bipartidismo se habrá salvado y habrá quien no pueda decir: La Historia me absolverá.
Ellos sin embargo parecen tenerlo claro

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