viernes, 12 de junio de 2015

El futuro de IU en Madrid.

Los muertos que vos matais, gozan de buena salud. 
Sería yo un pretencioso, o un orate, si me atreviera a afirmar que Izquierda Unida en Madrid goza de buena salud. Está enferma, muy malita, pero no está muerta y además, por primera vez ha ido al médico y el diagnóstico parece claro: Padece una enfermedad interior, una especie de autoinmunidad que, de no ponerle remedio, acabará por teminar con ella.
No cabe duda que a su propia enfermedad interior le ha sumado un notable agravamiento la aparición de elementos exógenos que la han debilitado aún más, pero de haber estado fuerte, de haber estado cumpliendo el papel para el que nació, ya podían las teleprogres y los medios de comunicación interesados haber potenciado ésta o aquella formación emergente de nuevo cuño, que nuestra fuerza, nuestro discurso, nuestra organización, hubieran podido resistir perfectamente. Sin embargo hemos demostrado ser un gigante, o gigantillo, con pies de barro. Nuestro crecimiento era, únicamente, electoral. Nuestra organización ha permanecido estancada numéricamente mientras que crecían las expectativas electorales, no hemos sido capaces, no hemos sabido, consolidar organizativamente nuestro crecimiento y, a las primeras de cambio, nos hemos derrumbado, o al menos se ha derrumbado la superestructura visible, con cierto estrépito. ¿Porqué ha ocurrido tal cosa? ¿Porqué nuestro aumento de influencia electoral no ha tenido correspondencia organizativa?. No hace falta mirar fuera, con un espejo basta. Militar en IU, al menos en Madrid, es poco, muy poco, atractivo. La capacidad de influencia de un afiliado en participar en la elaboración colectiva de políticas y estrategias, sin estar vinculado a una de las "familias", "sensibilidades" o "capillitas" que pululan por nuestra organización, es escasa o nula, y eso hace que la transición necesaria de afiliado a militante sea escasa, e igualmente la de simpatizante, o votante, a afiliado. En no pocas ocasiones he animado, con éxito desigual, a compañeros de Alpedrete a que participaran en la vida cotidiana de la organización, no sólo en los órganos regulares sino también las áreas de elaboración y similares, y los pocos que han dado ese paso han quedado, al poco tiempo, espantados. Solo los que, como yo, somos auténticos toxicómanos de la política, capaces de,  con el culo di ferro al que hacía referencia Enrico Berlinguer, aguantar horas y horas de sentadas, soportamos, y a veces con difcultades, maratonianas reuniones, yermas desde el punto de vista intelectual.
¿Describen o regulan los Estatutos de IU, el verdadero proceso por el que pasan los órganos antes de aprobar lo que sea menester? Ni de lejos. La lógica organizativa, que algunos echamos de menos, exige un calendario que jamás se cumple y que básicamente debería consistir en que la dirección: El Coordinador o la Comisión Ejecutiva, elabora un informe, coyuntural o estructural, en base al cual se hacen propuestas políticas tácticas o estratégicas, que con la debida antelación se hace llegar a los miembros del correspondiente órgano para que hagan un análisis, si puede ser en el seno de su Asamblea de base (y las nuevas tecnologías no exigen para ello una reunión física) mejor,  de manera que junto con el debate, debidamente ordenado, que se produzca en el seno del propio órgano cada miembro del mismo tome una decisión analizada, reflexionada y meditada sobre el informe presentado.  ¿Se hace así? Desgraciadamente no:
-El informe en cuestión, como muy, pronto está dispuesto el día antes de reunir el órgano que ha de aprobarlo, en muchos casos la misma mañana, y en algunos, minutos antes de empezar la reunión. Y casi nadie protesta porque en el fondo lo que diga, como podremos ver en el verdadero calendario a seguir, el informe a aprobar es secundario.
-Los impulsores o dirigentes o muñidores, llámese como se quiera, de las diferentes "familias" contactan o se escudriñan para ver en que momento se está en relación con la dirección de turno para, una vez debidamente contados los "soldados", la "tropa disponible", apoyar, apoyar críticamente o retirar su apoyo, dependiendo del momento político en que se esté, y sobre todo, la cercanía a la confección de listas, internas o externas.
-Tras la lectura o explicación del documento en cuestión, quizás la única parte verdaderamente política de la reunión, se procede a una interminable ristra de intervenciones de un par de minutos, a las que prácticamente nadie presta atención ninguna porque todos los asistentes, en función de la "familia" a la que pertenezcan tienen predeterminado el sentido del voto. Los no pertenecientes a ninguna "sensibilidad" hastiados y aburridos suelen abstenerse.
-Se vota y el resultado es independiente de lo debatido, con mayor o menor acierto, por los asistentes.
Este modelo de funcionamiento, o mejor de anquilosamiento, es malo para un partido político, incluidos los procedentes de la tradición organizativa de la III Internacional y mil veces malo para una organización como Izquierda Unida que nació como una coalición de partidos para irse convirtiendo, al menos intentándolo, en un movimiento político y social capaz de aglutinar a la pluralidad de la izquierda política y social. Izquierda Unida no debería funcionar como un partido político, porque no lo es, pero al menos, de hacerlo, hágase con garantías democráticas mínimas, algo que este modelo de "mesacamillismo" basado en oscuras reuniones y en pactos, en muchas ocasiones, inexplicables con los "menganos" aliándose a los "zutanos" , cuando eran, aparentemente irreconciliables, para dejar en fuera de juego a los "perenganos" en su apoyo a la Ejecutiva.
Este es el modelo que, más allá de la lectura y análisis que hagamos de los procesos de Unidad Popular pasados, y con los que no soy especialmente complaciente, más allá de los que vengan, con los que soy francamente, y en el sentido más gramsciano del término, optimista, hay que definitivamente enterrar, y espero que, al menos en Madrid, el próximo domingo 14 demos, y nos ayuden a dar, el primer paso. Hemos sobrevivido, con gran esfuerzo, a unas formas organizativas que nos hacían consumir la mayor parte de nuestros recursos en clave interna, en la puta fontanería , y perdóneseme la expresión, lo que nos ha dejado, en muchos momentos, exhaustos a la hora de afrontar la realidad social. No hemos sido, capaces, y esa era nuestra obligación, de generar conflicto social, de dotarle de carácter político. Hemos trabajado, a veces mucho, de manera voluntarista, la peor de las maneras, en mareas y conflictos, sin criterio definido como organización. Es el momento de decir ¡Basta!
Hay quien, sin duda añorando un modelo en el que a título individual le ha ido muy bien, se retrotae, ni más ni menos, que a Gerardo Iglesias, como si la sociedad española no hubiera cambiado, para buscar la reinvención de Izquierda Unida, pues bien que quien, desde las más reaccionarias cadenas de Televisión, lleva tiempo insultando a dirigentes de IU se escandalice ahora porque los órganos en los que están esos dirigentes, y en concreto la Presidencia y el Consejo Político Federal, tomen medidas al respecto podría parecer de risa si no fuera porque es patético. Cabría aquí gritar alto y claro: ¡Que reinventen ellos!.
Otros, los que se agrupan en el llamado Espacio Plural , con compañeros por los que tengo aprecio personal y respeto político pero que no dejan de ser unos de esos zutanos o perenganos a los que el mesacamillismo, en el que han demostrado ser auténticos expertos, les proporciona, o ha proporcionado, un peso dentro de la organización que no se corresponde con el trabajo político realizado en la sociedad, ponen el grito en el cielo, no basándose en términos políticos sino exclusivamente estatutarios. Yo no soy un experto en cuestiones jurídicas, mi formación académica es absolutamente de Ciencias, y no sé hasta que punto una organización federal tiene que tragar con que una de sus supuestas federaciones se pase por el arco del triunfo las políticas decididas por la dirección federal que es lo que ha venido haciendo, de forma sistemática y desde hace mucho tiempo la dirección de IUCM, y que esa misma dirección federal se tenga que tragar también una gestión económica ruinosa, es, por lo menos, discutible y de hecho es , aproximadamente, lo que ocurrió con Ezker Batúa, organización con carácter jurídico propio como IUCM, que ganó en los tribunales su derecho a llamarse Ezker Batúa pero que dejo de formar parte del proyecto federal, y no confederal, que es Izquierda Unida. Pero es que además de ser discutibles, no son estatutarios o jurídicos los argumentos a valorar, sino políticos, y políticamente el modelo IUCM es insostenible. ¿No nos damos, o no queremos darnos, cuenta que mientras estamos sumidos en fontanear quien es el tres o el seis de la lista tal o cual, o cuantos miembros corresponden a este o aquel Consejo Político, a esta o aquella Presidencia, llegan los Podemos, Restemos, Ganemos, Sumemos, en definitiva, Estemos, y hegemonizan los espacios de Unidad Popular que se generan y que , en muchos casos, hemos generado nosotros mismos? ¿Nos limitamos a lamernos las heridas y echar la culpa a las televisiones del, indudablemente inmoral, apoyo prestado a determinados nuevos partidos, con el exclusivo fin de hacernos daño? ¿O mejor nos ponemos a trabajar seriamente en conseguir que la Unidad Popular, siempre necesaria, este hegemonizada por nosotros? Se trata de preguntas, evidentemente, retóricas.
Y no se trata como algunos, y sobre todo algunos medios de comunicación, afirman de que se trata de disover IU en PODEMOS. Ni de lejos, al menos no en mi caso. Pocos compañeros, ni entre los que abogamos por una nueva IU en Madrid, ni entre los que se mantienen en IUCM, van a ser tan críticos, como yo mismo, con lo que ha significado la eclosión, y el momento en que  eclosiona ese nuevo partido, que coincide con nuestro mejor momento electoral, y desgraciadamente sólo electoral, de forma, a mi entender, no casual. He manifestado, por escrito y a quien me ha querido oir, que creo que en Ahora Madrid se deberían haber hecho las cosas de otra forma pero que si no hemos podido, y reconozco que nuestra propia situación interna ha jugado en nuestra contra, deberíamos incidir en que nuestro modelo se acerca más a Barcelona en Comù que a Ahora Madrid y explicando el porqué, que va más allá de lo fórmula jurídica adoptada. Los que me conocen, y a los que no se lo quiero dejar claro, que, ni de lejos, soy yo un simpatizante de PODEMOS ni de lo que significa, y precisamente por eso, no voy, no debemos, consentir que sean ellos quienes piloten la Unidad Popular, pero no haciendo como el avestruz ignorando su existencia sino asumiendo que están ahí y con un obvio protagonismo social.
El futuro de Izquierda Unida en Madrid pasa por el domingo, sea cual sea el resultado yo seguiré en un proyecto en el que creo pero espero, con ilusión, que se nos faciliten las cosas.

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