viernes, 26 de junio de 2015

El 18 de Brumario de Pablo Iglesias

Hay quienes considerándonos marxistas no hemos renunciado a leer e intentar comprender al propio Karl Marx, pero no debemos ser muchos. Como muchos de mi generación, una generación necesariamente precoz en lo político, fruto del momento que vivíamos, me acerqué al marxismo más desde el sentimiento, desde la visceralidad, que desde la reflexión y el análisis. Sin embargo, creo que no hemos sido demasiados los que hemos intentado profundizar en el estudio de lo escrito por el pensador alemán. Y desde luego uno de ellos no ha sido Pablo Iglesias por más que una significativa entrevista se considere, al menos en el plano teórico, como marxista, si bien el mismo califica esa consideración como pretenciosa y lo es. Nunca, ni en lo que he podido leerle, no demasiado, ni en lo que ha dicho en sus abundantes apariciones televisivas, le he oido hacer análisis desde una perspectiva de clase, no pareciendo tener la lucha clases, como elemento esencial del materialismo dialéctico, la importancia que tiene para Karl Marx a la hora tanto de explicar el desarrollo social producido, como para influir positivamente en el que ha de producirse. El análisis de Iglesias, y es legítimo, está en su derecho, nadie se lo niega, se basa no en la posición de cada cual dentro del modelo productivo sino en su poder adquisitivo, y de ahí el hablar de la gente y con dificultad de los trabajadores o la clase trabajadora y, menos aún, la clase obrera. En ese análisis es más lógico hablar de arriba y abajo sin tener para nada en cuenta quien genera plusvalía y quien la disfruta o aspira a disfrutarla y la coyuntura de crisis se lo impide. Efectivamente no es marxista, lo cual no constituye ni pecado ni delito, además de dar lugar a buenos resultados electorales,  y puede ser pretencioso considerárselo. Y que conste que para un marxista el análisis de clase no puede ser un corsé que esquematice, casi caricaturice, la sociedad hasta hacerla irreconocible. Nadie, en su sano juicio, puede obviar los condicionantes que marca la situación material de un individuo o una clase social, y muy especialmente a la hora de establecer una política de alianzas, y nadie, en su sano juicio, puede no tener en cuenta que las condiciones y características de la propia clase obrera tambien cambian, han cambiado, con el tiempo y hoy es dificil encontrar un modo de producción fordista. Es muy interesante el artículo que, en el mismo medio pero con mucha menos difusión, publica Alberto Garzón, con el que básicamente estoy de acuerdo y que diferencia entre lo que él llama la sociedad fordista , con una clase obrera con derechos y conquistas consolidados y la posfordista con la precariedad como característica principal. La terminología me chirría un poquito pero el fondo es, a mi entender, correcto.
Los marxistas, y a mi me gustaría serlo, solemos tener en nuestra humilde biblioteca, alguna que otra obra del propio Marx y no sé que mecanismo interno me ha llevado al 18 de brumario de Luis Bonaparte, que tengo, por cierto, lleno de subrayados y notas al margen, lo que me lleva a pensar que en algún momento de mi vida anterior he debido estudiarlo a fondo. Simplificando mucho, y toda simplificación conlleva un riesgo, se viene a deducir en esa obra que el golpe de estado de Napoleón Bonaparte es el resultado, como consecuencia de lucha de clases, de la hegemonización de la burguesía, como clase, del proceso revolucionario iniciado en 1789, el cesarismo que va a venir a continuación, y que lleva a la entronización como Emperador del general corso, tiene que ver, en gran medida con la personalidad del individuo, pero también con la gran cantidad de poder acumulado. Sin querer, y soy sincero, encuentro paralelismos evidentes, en cuanto a comportamientos no a capacidad ni brillantez, entre Bonaparte e Iglesias. También el 15M como la Revolución Francesa, con otras dimensiones y consecuencias, por supuesto, ha significado una fuerte sacudida, en este caso para la sociedad española y  muy significadamente para las organizaciones de la izquierda transformadora que hemos tenido que replantearnos muchas cosas, y también el 15M ha tenido su 18 de brumario con la aparición de PODEMOS, como consecuencia del triunfo de la pequeña burguesía como clase hegemónica, con el clásico lenguaje izquierdista cargado de propuestas regeneradoras del sistema y, como mucho, vagamente socialdemócratas o keynesisanas. Que Iglesias esté afectado por el cesarismo que padeció Bonaparte es algo que veremos si se produce con el tiempo, pero a día de hoy hay algún síntoma sospechoso, como el gestual, esa posición de piernas ligeramente abiertas con las manos separadas del tronco mirando desafiante al público que le aclama, y el verbal, diciendo lo que dice y como lo dice. Sirva de paradigma la entrevista en la que, aparentemente, nos pone pingando.
En relación con esa dichosa entrevista, que enlazo al principio del post, tengo que decir, y me preocupa, que es muy peligrosa. Y lo es más allá de la sarta de tópicos insultos que nos dedica: tristes, conformistas, nostálgicos, perdedores,etc..., porque puede que en algo acierte. Es peligrosa, fundamentalmente, porque busca dinamitar cualquier posibilidad de encontrar espacios unitarios en los que ellos, ¿o directamente ÉL ? no sean el elemento sobre el que, con una generosidad que no agradezco, pivote cualquier atisbo de unidad, y lo hace fortaleciendo, en ambos campos, las posiciones de los más refractarios: dentro de ellos da alas a aquellos que nos consideran uno más de la casta y que somos un lastre para avanzar, dentro de los nuestros, fortalece, ¡y cómo!, las posiciones de aquellos que defienden que la pretendida Unidad Popular, consiste, básicamente, en entregar IU, envuelta en papel de regalo a PODEMOS.
Quedamos en una posición difícil los que abogamos por generar esos espacios de Unidad Popular manteniendo de forma clara y contundente nuestro perfil político como lo que somos izquierda transformadora, republicana, anticapitalista y laica manteniéndonos como sujeto político activo, porque solo así conseguiremos que esos espacios sean realmente útiles para la transformación de la sociedad, y es perfectamente lógico que a Iglesias no le gusten los espacios así configurados porque él no busca la transformación de la sociedad sino su regeneración. Que nadie busque paralelismos anacrónicos, ni estamos en 1917 ni estamos en Rusia, pero si los Soviets de soldados, obreros y campesinos, hubieran estado hegemonizados por los mecheviques, en lugar de por los bolcheviques no hubieran sido un instrumento útil para la Revolución.
La cuestión de la política de alianzas no es nueva está en debate desde siempre, en el pleno del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista de marzo de 1922 Trotsky afirma:

Si el Partido Comunista no hubiese roto drásticamente y en forma irrevocable con los socialdemócratas, si no se hubiese convertido en el Partido de la revolución proletaria. No hubiese podido dar los primeros pasos serios en el camino de la revolución. Hubiese permanecido como una válvula parlamentaria de seguridad bajo el Estado burgués.
Quién no comprende esto, no conoce la primera letra del ABC del Comunismo.

Y a continuación

Si el Partido comunista no procurase construir un camino organizativo, al final del cual fuesen posibles en cualquier momento acciones coordinadas conjuntas entre las masas comunistas y las no-comunistas (incluyendo a las que apoyan a la socialdemocracia), pondría al descubierto su incapacidad para ganar -sobre la base de acciones de masas- a la mayoría del proletariado. Degeneraría en una Sociedad de propaganda comunista, nunca se desarrollaría como un Partido que lucha por la conquista del poder.
No es suficiente contar con una espada, tiene que tener filo; no es suficiente el filo: hay que saber usarla.
Luego de separar a los comunistas de los reformistas, no es suficiente fusionar a los comunistas entre sí por medio de la disciplina organizativa; es necesario que esa organización aprenda a guiar todas las actividades colectivas del proletariado en todas las esferas de la lucha de clases.
Esta es la segunda letra del ABC del Comunismo.

Pero hasta ahí estamos hablando del Frente Único de Clase, no de Unidad Popular y no es hasta el VII Congreso de la Internacional Comunista, y por el auge del fascismo, que no se acuña el concepto de Frente Popular que desborda el marco de la clase obrera incorporando sectores antifascistas de la burguesía y pequeña-burguesía.

A día de hoy, en España, no tenemos un amenazante fascismo político, pero tenemos una situación de emergencia económica, con un sistema capitalista en crisis. Crisis que ha afectado no solo a la clase obrera, Fordista o posfordista, continuando con la terminología empleada por Alberto Garzón, sino tambien a otros sectores de la sociedad, con los que parece deseable llegar a construir espacios unitarios que permitan superar el principal problema de la crisis del sistema: El propio sistema. Por eso no es ninguna locura, ni significa entregar nada a nadie que generemos, con clara voluntad de intentar dirigirlos, espacios de unidad útiles.

Pero la Unidad Popular se construye no se impone, y si hay Napoleoncillos que no ven más allá de sus encuestas, que no comprenden la importancia del momento, nuestra obligación es seguir avanzando al margen de ellos. Es nuestra obligacion y seguiremos adelante.
 

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