lunes, 26 de abril de 2010

La memoria de don Santiago


Nunca le consideré mi camarada, nunca le consideré un comunista, de hecho comencé mi militancia junto a los que reclamaban la celebración del VIII Congreso del Partido, un Congreso que debía servir para clarificar la Posición del Partido tras los acontecimientos de Praga en 1968. Aquella legítima petición de una parte importante del Comité Central con el secretario de organización Eduardo García, Manolo, nunca fue tenida en cuenta, y un reducido número de camaradas intentamos seguir manteniendo el Partido como una fuerza revolucionaria de confrontación con el sistema de Capitalismo Monopolista de Estado, del que el franquismo era su forma política de dominación. Si teníamos razón o no, en aquel análisis, no es objeto de esta entrada, los acontecimientos, creo, han puesto las cosas en su sitio. He querido comenzar el post con este recuerdo, para poder manifestar, no sin orgullo, que este humilde e insignificante comunista jamás, nunca, ha compartido organización con don Santiago Carrillo, figura política ensalzada desde todos los ángulos posibles, con un lugar en la historia, que yo ni tengo ni tendré. Evidentemente esto es algo que tan importante personalidad desconoce, y si la conociera, con razón, le importaría bledo. ¿Quién soy yo? nadie, un simple pegacarteles, que ha alcanzado su techo político llegando, y de rebote, a concejal en un pueblo de la sierra madrileña, Alpedrete, y que en otros tiempos manchó fachadas con un spray, ensució las calles con octavillas y agitó las aulas universitarias para que estudiantes, en su mayoría de origen burgués acomodado, se movilizaran por objetivos imposibles. En cambio él, mientras otros, muchos, hacíamos el tonto, daba un importante giro al partido, se entrevistaba con reyes, condes y familiares del dictador. La transición, la modélica transición, no podría haberse llevado a cabo sin su concurso. Con razón, don Santiago Carrillo Solares ha entrado en la historia. Quizás ese reconocimiento generalizado le hace olvidar algo: No fue él, el que se fue voluntariamente del PCE. Fue expulsado.
¿Y a que viene tan prolija introducción sobre un pasado político, el mio, que no interesa a nadie, y el de un personaje, de todos conocido? Intento con ello fijar las características del personaje para, en ese contexto, poder analizar sus más recientes declaraciones, hechas con extraordinaria lucidez a los noventa y cinco años. Lucidez que afirma deber, en gran parte, a la gran cantidad de nicotina ingerida a lo largo de su vida. Ese tabaco que a la inmensa mayoría de la humanidad le produce toda clase de quiebras en su salud, a él le ha beneficiado. Es la excepción que confirma la regla. Yo le creo.
Este sábado, se ha producido una manifestación contra la impunidad del franquismo
, a la que por razones que no vienen al caso no asistí. Sin embargo, seguí su desarrollo a través de CNN+.
Lo primero que habría que poner de manifiesto es lo multitudinario del acto. Si las cuentas las echaran los que recuentan las manifestaciones amparadas, o convocadas, por el PP y la Iglesia Catolica, hablaríamos de seis o siete millones de asistentes. Luego el tono y la parafernalia, de matiz claramente republicano y que cuestionaban la modélica transición.
En la retransmisión de CNN+, no deja de ser curiosa la cobertura ofrecida, se ofreció una entrevista, ya emitida de Antonio San José, al nonagenario político reformista. En ella, nuestro protagonista, hace gala de una envidiable memoria, para lo que quiere, claro está, y de una calculada desmemoria, de lo que le acusó Jorge Semprún, Federico Sánchez. Preguntado por la iniciativa de Izquierda Unida en relación a la ley de amnistía de 1977, recordó muy bien, y con muy mala leche que fue Marcelino Camacho quien defendió aquella amnistía. Olvida muchas cosas relacionadas con nuestro, por muchas razones, heróico líder obrero. Olvida las condiciones subjetivas en que se reivindicó aquella ley por parte del Partido. Lo que entonces pudo parecer, y fue, una conquista, hoy es un lastre a superar. Lo explicó muy bien, en una entrevista a pie de pancarta, José Sacristán: Aproximadamente vino a decir "No se trata de enmendarles la plana a los que actuaron entonces, sino de intentar hacer ahora lo que no se pudo entonces, tapar las rendijas por las que se nos cuelan". No es mi análisis, se pudo hacer mucho más, pero puede servir.
Y ya puestos a despejar responsabilidades para achcarselas a otros, preguntado por su próximo libro, anunció que tratará de, con documentos del Partido, demostrar como con la dirección de Dolores y suya, se había diseñado una estrategia destinada a llegar al puerto en el que estamos, parece sentirse muy orgulloso de ello, y aprovecha para sacudir a aquellos, muchos porque no lo vivieron, otros porque consideran que hay que avanzar asumiendo lo hecho, y unos pocos que ya entonces no lo vimos claro, que queremos revertir el resultado de una transición que no responde a los intereses de la izquierda. Y las alusiones a Marcelino y a Dolores no son inocentes, esa es la mezquindaz del personaje.

1 comentario:

Pedro Casca dijo...

Mezquino: (definiciones del diccionario de la RAE)Falto de nobleza de espíritu - Pequeño, diminuto - Pobre, necesitado, falto de lo necesario - Desdichado, desgraciado, infeliz. Todo ello le viene como anillo al dedo a Carrillo. Dado que es una voz que proviene del arameo, no estará de más jurar en ese idioma y recetarle al pavo un par de efectos fulminantes propios de la nicotina. A tal traidor, tal honor.