viernes, 25 de enero de 2008

Memoria Histórica: Elias Torres Marugán

Hay quien opina que debemos enterrar el pasado, que recordar lo acontecido en el periodo más negro de la Historia de España, sólo sirve para que los españoles no seamos capaces de enterrar el hacha de guerra, esa especie de maldición que nos ha llevado a enfrentarnos entre nososotros más de una vez a lo largo de la historia, la última vez en la guerra que iniciada en 1936, dió al traste con las ansias de libertad que la mayoría del pueblo español plasmó en abril de 1931, al proclamarse la II República. Valga esta pequeña, y pretendo que emotiva, historia que voy a contar para deshacer algunas de las muchas mentiras que a fuerza de repetirse han pasado al consciente colectivo como verdades irrefutables.
Una de las más extendidas es que la guerra civil enfrentó a las dos Españas , compuestas cada una de ellas de una manera transversal de hombres y mujeres de toda condición social, sólo diferenciadas por su forma de pensar. Esto es falso, o al menos no es del todo cierto. Quienes se alzaron contra el poder legítimo fueron la gran mayoría de los militares, fundamentalmente los llamados africanistas, por haber hecho gran parte de su carrera en las guerras coloniales del norte de África, y las capas sociales que apoyaban este levantamiento eran las que, viendo como perdían, o podían perder ,seculares privilegios que durante siglos habían oprimido a la clase obrera y campesina y otras capas populares. No dudaron estos sectores en financiar y organizar lo que, inicialmente, iba a ser un golpe de Estado, un cuartelazo , al estilo de los varios que se dieron en el siglo XIX, al estilo del que en la decada de los veinte del siglo XX había dado el general Primo de Rivera, padre de José Antonio, uno de los ideólogos, cuesta llamarlo así, desde el partido FE de las JONS, del levantamiento. Cabe decir que esta organización apenas contaba unos centenares de pistoleros cuando se produce el golpe de Estado, entre el 17 y el 18 de julio de 1936, sin embargo cuando las tropas del general Franco entran en Madrid el 28 de marzo de 1939, son muchos miles los que visten la camisa azul identificativa de los seguidores del pensamiento joseantoniano. Necesitaban estos caciques y terratenientes de una cierta cobertura ideológica y ésta se la proporcionaba el supuesto pensamiento social de Falange, teóricamente anticapitalista, por más que en los cuarenta años que duró la dictadura, durante muchos de los cuales el sector más netamente falangista, los llamados camisas viejas, no dieron un sólo paso, más allá de los teóricos derechos que consagraba el Fuero del Trabajo, para avanzar por la senda anticapitalista, más bien todo lo contrario. Tampoco fue ajena al armazón ideológico que sustentaba a los sublevados la Iglesia Católica, siempre tolerante con los defectillos de los ricos y poderosos, siempre defensora de sus intereses, en clara oposición, sin ambigüedad ninguna, con lo predicado por su fundador, que si murió martirizado en una cruz fue precisamente por oponerse de forma frontal a los más ricos y poderosos. Para ello no dudó, la jerarquía eclesiástica, en utilizar reprobables hechos de quemas de Iglesias, hechos que, sin querer justificarlos, tienen su origen en la sacrosanta, en la historia de España, alianza entre Iglesia y Poder económico. También argumentaban, y hoy siguen argumentando sus sucesores ideológicos, que también en 1934 los partidos de izquierda y los sindicatos habían intentado alterar el resultado de las urnas. Pero poner ambos momentos en el mismo plano es falaz y demagógico, en 1934 son las clases populares las que se sublevan en busca de justicia, de que no les arranquen los progresos sociales que habían comenzado en 1931, sin embargo en 1936 son los poderosos los que buscan perpetuar las injusticias que todavía no se habían remediado, y volver a poner en práctica las que los progresos de la República habían eliminado. No es pues la guerra civil española una guerra entre españoles, sin más. Fue la guerra entre los españoles que gozaban de prebendas y privilegios, una minoría que detentaba el poder económico, apoyados por el ejército, y la Iglesia Católica y con la colaboración determinante de potencias extranjeras como Alemania e Italia, y los españoles desposeidos, la mayoría, organizados en sus partidos y sindicatos, con el apoyo de las capas burguesas más instruidas y laicas, que no contó más apoyo que la solidaridad internacional de aquellos que, siendo tan desposeidos como ellos, vinieron a luchar agrupados en las Brigadas Internacionales. Hablar, sin matices de dos Españas, es querer ocultar y falsear la historia. Si fueramos niños que relatan una película sin duda calificaríamos a unos como los buenos mientrás los otros serían los malos. El papel que tiene cada uno es más que evidente.
Otra verdad presuntamente irrefutable, y que es mentira, es que los socialistas trás la guerra, se habían rendido, se habían tomado vacaciones, según un fácil chiste del que nos hicimos eco los comunistas al hilo de una campaña del PSOE, del PSOE de hoy que conste, que decía "PSOE, cien años de honradez y firmeza" . Y nosotros respondíamos "PSOE, cien años de honradez y cuarenta de vacaciones". Y con ello hacíamos referencia a que, durante la dictadura, el PSOE como organización había desaparecido. Y con ello no dejábamos de cometer una injusticia, porque muchos, muchísimos, militantes y dirigentes socialistas sufrieron represión, cárcel o muerte. Evidentemente la abierta estructura del PSOE, le hacía presa fácil para la infiltación policial, y eso hizo que muchos militantes socialistas optaran, para hacer efectivo su antifascismo, en militar en otra organizaciones mejor preparadas para hacer frente a los rigores de la clandestinidad. Por otra parte tambien sería injusto no destacar el importante papel jugado por las organizaciones del PSOE en el exilio, sobre todo a partir de los años cincuenta en los que comienza la emigración económica, muchos emigrantes regresaron a España con una ideas muy distintas de aquellas con las que salieron. Otra cosa es que el nuevo PSOE, ese que nació en Suresnnes con el apoyo y los casi ilimitados fondos de Willy Brandt y la llamada Internacional Socialista, tenga algo que ver con aquel que fundó Pablo Iglesias, con el que defendió con uñas y dientes la legalidad y las conquistas republicanas.
Fue Elias Torres Marugán uno de esos socialistas que no se rindieron, un peluquero ,segoviano de Muñopedro, que tras la derrota , y al salir , en 1941, del correspondiente campo de concentración , del que sale con la curiosa calificación de indiferente al Movimiento Nacional , lejos de rendirse como una especie de leyenda negra ha extendido maliciosamente que hicieron los socialistas, se puso a la tarea de reconstruir en Madrid el PSOE. Pero ya hemos comentado antes que la estructura organizativa que tienen las organizaciones socialistas no son las más adecuadas . Por tanto Elias Torres pronto dió con sus huesos en la cárcel, donde practicó intensamente su oficio de peluquero. Cuando yo tenía seis o siete años, recuerdo muy bien, y es muy nítido el recuerdo, porque tenía Don Elías (mi padre y él siempre se trataron de usted) una característica que a mi me dejaba anodado: ¡Tenía un ojo de cristal!, algo para mí absolutamente asombroso. Pues bien, repito, recuerdo perfectamente de aquellos años de mi niñez, en que mi padre, en los escasos momentos libres que disfrutaba, insistía en llevarme a cortar el pelo, me hiciera falta o no, o en acompañarle a que se lo cortara él. No mucho tiempo más tarde comprendí que yo, que me creía entonces el centro del mundo, no era más que un pretexto para que ellos, un socialista y un comunista, hablaran y discutieran de cosas importantes, por más que fueran constantemente interrumpidos por parroquianos empeñados en hablar de fútbol o de toros.

La pronta desaparición de don Elías, murió antes de cumplir los sesenta años, cuando yo era todavía muy niño, y con el de la peluquería de la Glorieta Luca de Tena hicieron que su recuerdo se borrara de mi memoria más fresca. Sin embargo, la casualidad hizo que su nieta Alicia García Torres, viniera ser compañera mía de trabajo, y también la casualidad determinó que un buen día saliera a relucir el barrio de mi niñez, que curiosamente era el de sus abuelos maternos, y así como que no quiere la cosa don Elías se hizo de nuevo con un sitio en mi memoria. Desgraciadamente, mi padre ya no está entre nosotros, y los noventa y dos años de mi madre hacen que sea difícil encontrar más recuerdos, por más que se acuerda perfectamente del peluquero, el señor Elias le llama ella.
He querido, trayendo aquí su recuerdo, hacer un humildísimo homenaje, en la persona de Elias Torres, a todos aquellos que nunca se rindieron, que no han obtenido medallas ni galardones, pero que fueron los que hicieron posible, transmitiendo su mensaje de resistencia y lucha, que la dictadura acabara desmoronándose, y no a fantasmagóricos motores del cambio regios, que se encontraron muy cómodos a la sombra del dictador ejerciendo de herederos y que si se montaron en el carro de la democracia fue, fundamentalmente, para que no peligrara su trono.
No conocí suficientemente a Don Elías, pero no creo que se sintiera muy cómodo viendo al secretario general de su querido Partido Socialista, dándose el pico con un Borbón bajo la bandera bicolor. Sin duda lo hubiera aceptado, como aceptó mi padre, entre lágrimas, la absurda decisión de Santiago Carrillo de hacer presente la bandera monárquica en todos los actos del partido. Fueron las víctimas que no pudieron defenderse del terrorismo de estado, mil veces más cruel que el de ETA, las víctimas que no tuvieron a un Francisco José Alcaraz, que les defendiera. Todavía hoy nos enteramos de que va a ser condecorado, en su condición de víctima de ETA, un carnicero torturador como Melitón Manzanas. Ironías de este sistema.
Algún día, estamos seguros de que llegará, Elias Torres Marugán, y tantos como él, ocupará el lugar en la historia que merece, y sus verdugos, y los que hoy les justifican y defienden, iran al vertedero de la memoria. Mientras tano su recuerdo debe ocupar un lugar destacado en nuestro corazón. En el mío, desde luego, ya lo ocupa.

3 comentarios:

Gracchus Babeuf dijo...

Le honra, Don Javier, el recuerdo de un luchador socialista. Emocionantes los documentos que aporta. ¿No quedamos en que en España no hubo campos de concentación?

Es acojonante: ¡Si los llamaban así en doumentos oficiales!.

Mándele una copia al hijo puta de Pío Moa, que dice que no huo represión, que s´lo los escarmentaron.

Dardo dijo...

Es una semblanza emotiva. No tiene objeto que yo le discuta anda. Todo lo contrario. Animarle a que esboze ésta nuestra intrahistoria.

David Valle dijo...

Hola, quiero enviarte mi mail para ponerme en contacto con la nieta de Elías, pues somos familia lejana, pero antes quería saber si tienes la opción de filtrar los mensajes, pues no quiero que mi correo aparezca publicado.

Un saludo.